Nicolas Cage es uno de esos actores que siempre han estado en boca de todos. Figura imprescindible del Hollywood de los años 90, es cierto que el cambio de siglo no le ha sentado demasiado bien al intérprete, perdiéndose entre numerosos blockbusters. Su vida privada, llena de extravagancias, ha terminado convirtiéndole en un meme andante, pero él mismo ha aprendido a reírse de esa situación. Convertido ahora en una especie de icono popular, llevando al extremo sus interpretaciones hiperdramáticas en películas de serie B, Cage puede presumir de una carrera brillante. Para muchos, el actor nunca ha tenido verdadero talento y solo su carisma le ha permitido llegar lejos en la industria. Para otros, Cage es el ejemplo perfecto del método, un intérprete que se deja la piel en cada proyecto. O el hígado, como ocurrió en Leaving Las Vegas, la película que le permitió ganar nada menos que un premio Oscar. Aquella película se convirtió en un filme de culto desde su mismo estreno, y es que destilaba un ambiente muy diferente a lo que Hollywood solía realizar en aquellos tiempos.
Descrita como una versión oscura y cínica de Pretty Woman, algunos incluso han visto en ella una historia de amor decadente. La de un alcohólico que no encuentra motivos para seguir viviendo después de perderlo todo y una mujer que hace la calle pero siente devoción por los seres humanos débiles y frágiles. La generación X llegaba a la gran pantalla mucho antes de que Seven o El Club de la Lucha reivindicaran este tipo de cine como el nuevo y decadente sueño americano. Hoy, casi treinta años después de su estreno, muchos siguen considerando esta obra como la mejor película de Cage, y destacan también la injusticia que se cometió con Elisabeth Shue, que quedó a la sombra de su compañero en los premios. Ella también fue nominada al Oscar pero se quedó sin galardón. Su director, Mike Fliggis, nunca volvió a rodar nada tan especial, pero puede contentarse con figurar entre los mejores filmes de los 90. Una película que vista hoy en día no ha perdido un ápice de su fuerza y su carisma.
Una película de Mike Fliggis
Fliggis ya era un veterano en la televisión cuando empezó a rodar películas a finales de los 80. Sus filmes, sin embargo, solían quedarse a medio camino. Ni crítica ni público los acogía con verdadero entusiasmo… hasta que lanzó Leaving Las Vegas en 1995. La película está basada en la autobiografía de John O´Brien, un malogrado guionista y escritor que se suicidó meses antes de comenzar el rodaje del filme.
La novela de O´Brien sirvió de base para Fliggis, que también se encargó del guión y de la propia partitura de la película. El cineasta era consciente del potencial que tenía aquella historia, pero debía encontrar a la pareja protagonista para darle credibilidad a todo lo que ocurría en pantalla. Y es que Leaving Las Vegas se apartaba por completo de esa visión edulcorada que Hollywood solía vender, para sumergirnos en una historia oscura y llena de dolor y tristeza.
La historia de una autodestrucción
Ben Sanderson es un guionista que se gana la vida como puede, escribiendo historias para películas menores y capítulos de teleseries en Hollywood. Como gran parte de la población de la meca del cine, Ben también tiene un grave problema con la bebida, lo que finalmente provoca que le despidan. Tras una discusión con su esposa, que también le deja, Ben decide marcharse a Las Vegas, la ciudad del pecado, con la intención de beber hasta morir. No ve otra salida a su situación y cae en una espiral de autodestrucción que parece no tener salida. Pero al llegar a la ciudad conoce a Sera, una joven prostituta de la que queda prendado al instante. La relación entre ambos se irá forjando entre conversaciones incómodas, sexo y sobre todo mucho alcohol.
La película nos muestra el camino hacia la autodestrucción de un hombre que lo tenía todo y lo ha perdido. Sin miramientos, sin tratar de edulcorar la situación. Para Ben no existe otra salida, y de hecho acepta que su final debe ser ese. Lo busca. Es una decisión, meditada o no, con la que va a llegar hasta las últimas consecuencias. El conocer a Sera le hace remover ciertas emociones en su interior, pero Ben sigue dispuesto a llevar a cabo su propio final, a su manera, eligiendo el modo y el momento. El espectador también asume que toda la historia se encarrila hacia un final que está muy lejos de ser feliz, aunque en realidad, ¿no es esa la elección de los propios personajes? ¿No se sienten más libres al poder disfrutar de la compañía mutua de esa manera?
Nicholas Cage, en estado de gracia
Desde el inicio de su carrera, Nicolas Cage siempre ha tenido fama de ser un intérprete que sobreactúa demasiado. Como ya explicábamos en la introducción, esto ha llegado a tal punto que el propio Cage se lo toma como algo personal y exagera sus interpretaciones en muchas de sus últimas películas. El actor es consciente de sus limitaciones, pero en este caso encontró un papel que le iba como anillo al dedo. Cage se metió de lleno en el personaje de Sanderson porque también sufría adicciones, y entendía perfectamente el punto en el que estaba su personaje. La interpretación es exagerada, por supuesto, pero teniendo en cuenta que Ben se lleva toda la película borracho y deprimido… Cage está en el punto perfecto.
Tanto es así que su interpretación se elogió por la crítica y el público como la mejor del año. El intérprete logró los premios más importantes por este papel. El Globo de Oro, el Independent Spirit Award y por supuesto, su primer Oscar, en su primera nominación. Aquello supuso, además, un punto de inflexión en su carrera. Comenzó a aparecer en películas con mayor presupuesto y se convirtió en uno de los héroes de acción de finales de los 90 gracias a La Roca o Con Air. Papeles en los que su registro no quedaba tan forzado, y en los que podía poner el piloto automático para dejar que su carisma trabajase por él. De forma unánime, la crítica y el público suelen escoger esta interpretación como el mejor papel de Cage.
Elisabeth Shue, una prostituta de buen corazón
La tremenda explosión interpretativa de Nicolas Cage terminó eclipsando en parte el trabajo tan brutal de su compañera, Elisabeth Sue. Una joven hermosa y delicada, que muestra la otra cara de la prostitución, la que no aparecía en Pretty Woman. Shue tiene una misión más complicada que la de Cage ya que debe estar mucho más contenida, y ser apoyo del personaje protagonista en muchas escenas.
La intérprete ya había aparecido en películas muy populares una década antes, como Karate Kid o la saga Regreso al Futuro. Sin embargo, este fue uno de los primeros papeles en los que pudo demostrar realmente su talento. Muchas nominaciones, pero pocos premios para su interpretación, aunque su papel siempre quedará en las retinas de los espectadores.