La carrera de una estrella de cine puede durar apenas unos años, aprovechando un gran tirón por un éxito masivo en las pantallas, o alargarse durante décadas. Puede comenzar ya con cierta edad, después de haberse presentado a innumerables castings y pasar penurias, o destacar ya desde que se es apenas un crío o una cría. Estrellas infantiles que se han reconvertido en estrellas adultas no nos faltan, aunque también es cierto que en muchos casos, estos jóvenes terminan siendo juguetes rotos. Casos como el de Macaulay Culkin o Haley Joel Osment nos han demostrado que triunfar a nivel de taquilla siendo todavía un niño no augura siempre un futuro brillante en el cine. Las cosas cambian y cuando llega la hora de la verdad, los papeles pueden ser totalmente distintos a los que se han protagonizado en la etapa infantil. Y esto supone un reto que muchos no pueden sobrellevar.
Las chicas lo intentan asumir de otra manera. En los últimos años hemos visto como muchas jóvenes se estrenaban en programas y series de televisión infantiles, de canales como Disney o Nickelodeon, para luego buscar su hueco en la industria. A veces, de forma bastante traumática, con la necesidad de quitarse de encima esa vitola de “ídolo infantil” a base de películas adultas con escenas muy subidas de tono. Victoria Justice, Selena Gomez o la irreverente Miley Cyrus son los ejemplos perfectos de este tipo de casos. Chicas que han crecido delante de una cámara, con personajes adorables que han servido de inspiración a millones de niñas. Y que a la hora de afrontar papeles más adultos se encuentran con esa barrera real de tener que sobreponerse a su imagen infantil o juvenil, en pos de nuevos retos. No es algo nuevo, ni mucho menos, ya que lo hemos visto en numerosas ocasiones. Seguir de cerca la evolución de las estrellas infantiles ha sido siempre uno de los pasatiempos favoritos en Hollywood. Como si la prensa estuviera esperando cualquier pequeño tropiezo para atacar sin piedad a aquel niño o niña que habían aupado hace solo unos años. Se necesita mucha mesura para hacer esa transición de una manera elegante y efectiva, como lo consiguió Jodie Foster.
Una niña prodigio
Al contrario que otros muchos compañeros, Foster sí que nació en el seno de una familia acomodada. Esto le permitió dedicarse al arte, además de a los estudios, desde que era apenas una cría. Nacida en Los Ángeles en 1962, se estrenó en el mundo audiovisual grabando anuncios cuando apenas tenía dos años. Sus padres supieron conducir su carrera de manera segura, apoyándola en todo momento y asegurándose de que sus papeles le permitían seguir con su vida estudiantil. La joven Jodie, de nombre real Alicia, estudió en el prestigioso Liceo Francés, lo que le permitió no solo tener una formación exquisita, sino también entender este idioma a la perfección. Sus primeros papeles en televisión y cine llegaron cuando apenas tenía diez años, y la chica pronto comenzó a llamar la atención de los productores.
La prostituta de Taxi Driver, su primer gran papel
Fue entonces cuando Martin Scorsese se cruzó en su vida para cambiarla por completo, al ofrecerle un papel tan imponente como polémico. Su nueva película, Taxi Driver, era un canto nihilista a la confusión que Estados Unidos estaba sintiendo tras la guerra de Vietnam. Su protagonista era Travis, un excombatiente que padece de insomnio debido a los sucesos que le ocurrieron en aquel conflicto. Ante la imposibilidad de dormir, decide comenzar a trabajar como taxista durante las noches. Es así como comienza a conocer a gente de lo más dispar, como Betsy, una chica de la cual se enamora, o Iris, una joven prostituta de tan solo doce años. Este era el papel que el destino le tenía reservado a Foster, el de una niña convertida en mujer por el deseo masculino. Un rol que le haría ganar, de hecho, su primer premio Oscar.
La interpretación de Foster, más allá de la polémica de su personaje, es absolutamente espectacular. Como diría el mismo Scorsese, se encontraba delante de una actriz genuina, que con apenas doce años, los mismos que su personaje, había sido capaz de llevar el papel con una madurez inusitada. Iris era una chica que había huido de casa en busca de aventuras y había caído en las garras de Higgings, un proxeneta interpretado aquí por Harvey Keitel. Cuando la chica se sube al taxi de Travis, el protagonista conoce su historia y trata de convencerla para que deje el trabajo. Desde ese momento, el personaje interpretado por el insigne Robert de Niro se esforzará por conseguir alejar a la pequeña de ese mundo sórdido. Foster demostró un talento increíble en este papel, consiguiendo convertirse en toda una estrella de Hollywood antes de llegar siquiera a la adolescencia.
Otros roles inolvidables
El estreno de Taxi Driver en 1976 marcaría, como es normal, un punto de inflexión en la carrera de la joven actriz. Si bien había conseguido llamar la atención con algunos papeles, su exposición mediática, Oscar incluido, era ahora brutal. La elección de los papeles siguientes marcaría el rumbo de una carrera que podía morir solo empezando. Pero Foster ya llevaba unos años en la industria y lo que es más importante, tenía claro qué es lo que quería hacer. Así es como consiguió papeles juveniles alejados de la polémica Iris de Taxi Driver, para demostrar que podía seguir siendo una jovencita durante unos años más. De estos destaca especial el de la película Freaky Friday, que más tarde tendría un remake con Lindsay Lohan, curiosamente otra joven estrella buscando su sitio.
Llegaron los 80 y ahora como mayor de edad, Foster trató de reinventarse con películas más dramáticas y adultas. Aunque tendría sus éxitos durante esta época, no sería ya hasta 1991 cuando volvería a lo más alto, gracias a su inolvidable Clarisse Starling en El Silencio de los Corderos. Un thriller absolutamente terrorífico donde su papel brillaba incluso a la par del de un soberbio Anthony Hopkins. Segundo Oscar para Foster y su consagración como una de las estrellas más grandes de su generación. Luego llegarían otros éxitos como Nell, Contact o La Habitación del Pánico. Sus apariciones en cine se harían menos recurrentes a partir de los 2010, ya que se centraría en su otra faceta, la de directora.
Su faceta como directora
A través de pequeños proyectos y capítulos de series, Foster se ha ido labrando una carrera incipiente detrás de las cámaras. Fue la responsable de un par de episodios de la mítica House of Cards, además de participar también en la ficción Money Monster. Su capítulo en la tercera temporada de la serie Black Mirror llamó mucho la atención, y repitió dentro de la ciencia ficción con Tales of the Loop. Sus trabajos como directora han sido aplaudidos por la crítica pero es cierto que Foster todavía no se ha lanzado del todo a esta aventura, tomándose su tiempo para llevar a cabo su primer largometraje, por ejemplo.